Una persona acaricia como le gusta ser acariciada | Herramientas de comunicación para los encuentros eróticos

Una persona acaricia como le gusta ser acariciada | Herramientas de comunicación para los encuentros eróticos

Luis Falcón

 

Invitamos a Luis Falcón, sexoterapeuta y psicólogo anti-pop, para hablar sobre la importancia de la comunicación en los encuentros eróticos y nos comparte las mejores herramientas para llevarla a cabo.

Con mucha insistencia nos han dicho que una buena comunicación es la base para que nuestras relaciones sean plenas y satisfactorias. Todavía más si hablamos de nuestros encuentros eróticos, pero te tengo noticias: no existe tal cosa como una “buena” o “mala” comunicación, sólo existe la comunicación. Y lo que puedes hacer es comunicarte de manera más eficaz.

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Como cada cabeza es un mundo y todas las personas sentimos, percibimos e interpretamos el mundo de maneras distintas, tu lenguaje sexual será importante porque sin comunicación gestual y verbal no será sencillo para las otras personas tenerte en cuenta a la hora del cachondeo.

El placer sexual siempre es mayor si se comparte. El encuentro erótico se puede disfrutar más cuando sentimos mutua implicación con los gustos, preferencias y deseos de cada quien, y hacemos lo posible para gozarlo.

 

En nuestros encuentros si no nos comunicamos disfrutamos menos y adivinamos más. Y en palabras de Jüne Pla: “Nadie te follará tan bien como quien encuentra placer en hacerte gozar”.

 

Para no perderte ningún detalle lee la primera parte del artículo aquí.

 

Una persona acaricia como le gusta ser acariciada, así lo aprendió, así le hace sentido y así está bien, pero esto no quiere decir que sus caricias sean del todo placenteras para mí.

Lo mismo pasa con la intensidad, fuerza y tiempo de los besos, la estimulación, el faje, el coito y cualquier práctica erótica en general. Entonces, ubico lo que siento o lo que me gustaría y lo reporto, vuelvo propositiva la comunicación.

 

A veces, en el encuentro sexual la comunicación y lenguaje sexual fluye. Numerosas parejas no necesitan hablar demasiado durante la interacción sexual porque se comunican muy bien gestual y emocionalmente, conviven bien con las formas de estimulación y conductas que les son muy satisfactorias. Saben guiarse mutuamente, pero cuando la relación no es satisfactoria, es conveniente verbalizar de forma abierta lo que se desea, gusta o molesta.

Hay que tomar en cuenta que al momento de reportar este sentir se haga a través de emociones o sensaciones suaves, que nos ayuden a conversar y sentir receptividad, en lugar de aquellas que son duras y crean una actitud defensiva que genere que la persona no nos escuche. Imagina que lo primero que escuchas salir de la boca de tu vínculo es un “me aburro…” ¿Cómo te sentirías?

Por mucha intención que tengamos de escuchar hay palabras que despiertan nuestros fantasmas y sombras. Está bien decir la verdad, pero no hay que agarrarse a verdadazos a la gente.

“Me gustaría que me apretaras con tus manos cuando me acaricias.” Suena mejor. Y, además, señalo y me responsabilizo de lo que siento con relación a tu acción o comportamiento específico, pero en ningún momento te culpo o vulnero, sino te hago partícipe de mi experiencia y de cómo puede ser más gozosa para mí.  

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Te decía antes que la comunicación también es explícita, o sea, que no basta con decir qué quiero y cómo lo quiero, sino lo que significa para mí. Explicarme. “Cuando me aprietas con las manos al acariciarme me siento más caliente / siento mucho amor / me conecta / siento poder / me enloquezco”.

Nos han acostumbrado a no tener que dar explicaciones de nuestras vivencias y asuntos personales, lo cual para algunas cosas aplica.

Sin embargo, toma en cuenta que tus explicaciones son como un mapa del tesoro para la otra persona, una forma de ir hacia el encuentro directo con tu placer, lo cual se agradece. 

 

Pero lo explícito no acaba ahí. Para que el proceso continúe tengo que saber qué escuchó la otra persona, pero sobre todo qué fue lo que me entendió.

Escuchar y entender no es lo mismo. Para escuchar hay que poner en modo avión la cabeza. Poner en paréntesis mis juicios, mis ideas y opiniones positivas o negativas respecto de lo que se me comunica.

 

No te estoy pidiendo que dejes de ser tú y abandones tus límites, sino que te tomes el tiempo para curiosear si hay otras maneras de ver las cosas. Lo peor que puede pasar es que algo no te guste y entonces regresarás a lo que ya conoces. Y si te agradan los nuevos matices que te ofrece la conversación, te ampliarás como persona y expandirás tu experiencia erótica. 

Lamentablemente nos han educado para interpretar a la otra persona desde nuestro contexto y posicionarnos respecto a ello. Si a eso le sumamos que ante la sexualidad nos educaron a partir del “bien” y el “mal”, eso nos limita aún más.

Escuchar es un arte que requiere tiempo, voluntad y abrir un espacio para construirlo.

 

Escuchar implica reconocer. Confirmar con mi vínculo o pareja lo que dijo: “Te gustaría que te apretara con mis manos cuando te acaricio porque eso te hace enloquecer, ¿es correcto?”

Después de reconocer, validar. “Puedo entender por qué es importante esto que me dices. Tiene mucho sentido”. Y al validar, empatizar. Falta un poco para terminar, pero quiero comentarte algo.

Seguramente este no es ni el primero ni el último texto de herramientas para la comunicación que vas a leer. Y en este punto te puedo escuchar diciéndome: “¡Qué fácil suena, pero no ocurre así en la vida real!”

Tal vez te parezca que, en lugar de favorecerte, puede entorpecer la comunicación o restarle fluidez a tus encuentros eróticos y sexuales. Yo me siento presionado con tantas reglas a observar, practicar y entrenar. Seguramente en otros espacios alguien te habrá dicho: “Vale la pena intentarlo”, “lo bueno lleva tiempo”, “mira los beneficios”, “tu placer es tu responsabilidad”.

Leí hace poco que todo queda lejos cuando no se quiere ir. Cualquier viaje se hace lento y pesado si no hay el deseo de hacerlo. Cuando comenzamos a buscar el pelo en la sopa lo vamos a encontrar. Y entonces, será valioso preguntarte:

Cuando no te quieres comunicar o escuchar las propuestas de tu pareja o vínculo, ¿qué estás evitando?

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A algunas personas nos pasa que hacer las cosas con torpeza o equivocarnos nos exhibe, y nos señalamos desde la ridiculez. Nos da vergüenza. A otras nos pasa que el pedido de nuestras parejas lo entendemos como reclamo, resentimiento, exigencia o reproche. Ocasionalmente sí lo es, pero hay otros momentos, la mayoría, en que no estamos ‘escuchando’ sino interpretando desde nuestras heridas de carácter. Entonces nos sentimos insuficientes, malos amantes, en competencia o en desventaja.

Sentimos el riesgo de que nos abandonen o rechacen por no poder cubrir eso que percibimos como mandato, expectativa o amenaza. Tenemos miedo, son todas esas ansiedades las que cierran nuestra escucha y nos desaniman a hacer ese viaje y escoger quedarnos en donde mismo como defensa.

A muchas personas a razón de género, estatus social, económico o donde sea que pongamos el ego, nos puede costar mucho trabajo admitir esos temores, pero hay que ir más allá.

Vulnerarse con cuidado y con confianza es el piso para la intimidad, para que conectarnos sea posible. No hay nada que proteger ya y entonces la cabeza se queda afuera. Se abre nuestra sensibilidad que da paso al placer propio y de la otra persona.

 

Cuando escuchamos a las personas con las que queremos compartir un buen momento erótico no significa que debamos estar de acuerdo con ellas, aceptar ni acceder a todo. Una regla básica es hacer lo que me sienta bien a mí y lo que nos sienta bien a ambas personas. Sólo contempla que entre el “sí para mí” y el “no para mí” hay grandes posibilidades. Todo tiene matices, ¿recuerdas?

 

Entre lo que tú quieres y yo no quiero ¿cuáles son los puntos en donde podemos coincidir y encontrarnos para que goces tú y que goce yo?

 

En una relación vincular o de pareja, si sólo una persona gana, la relación pierde. La mejor pista para saber si estamos negociando bien es cuando las personas involucradas en la relación tenemos la intuición de que estamos ganando en lo esencial: cuando estamos gozando. 

Recuerda que puedes encontrar la primera parte de este artículo en JOYclub, además de otros artículos, eventos, etc. Puedes unirte a la comunidad de forma gratuita, donde tendrás oportunidad de intercambiar ideas y encontrarte de varias maneras, mientras conoces a personas sexualmente abiertas y aprendes sobre temas de sexualidad positiva.

 

 

Luis Falcón es maestro en Sexología Clínica, su trabajo se ha desarrollado principalmente en el campo de la consulta clínica, la docencia y la investigación. Colabora en "Mejores Hombres" A.C., proyecto autogestivo que tiene como propósito la sensibilización y reeducación de hombres que ejercen violencia a través de la implementación de programas educativos, la promoción de masculinidades positivas y la incidencia en políticas públicas que erradiquen de fondo las condiciones para la desigualdad desde el género. Es psicólogo general con acentuación clínica, se dedica al trabajo de acompañamiento y sensibilización de grupos. Como especialista en Sexología Educativa trabaja directamente con poblaciones vulnerabilizadas a razón de género y disidencias sexuales, así como en la promoción de la Educación Integral de la Sexualidad en adolescentes y jóvenes a través de clases, talleres y asesorías.  Es sexoterapeuta en consulta privada y docente de posgrado en la Universidad Pedagógica Nacional Campus Saltillo e IMESEX Guadalajara.

 

Lo encuentras en Instagram como:

@sexluisfalcon 

@consultorio_queer  

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